«Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea.
Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.
Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo.
Finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.
Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el Carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos.
Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad.
Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.»
No Ocurre lo mismo con los seres humanos?
Observa y lo comprobarás. Cuando el ser humano busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa.
En cambio, cuando tratamos con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es ahí donde florecen los mejores logros humanos.
Es fácil encontrar defectos. Cualquier persona aun siendo pobre de pensamiento puede hacerlo, Pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
diegopchp.wordpress.com 
Querido Diego: Estoy estrenando mi flamante condición de afiliado por lo que te pido disculpas anticipadas pues es seguro que metere la pata seriamente ya que es obvio que no conozco cuales son las «normas» de esta, tu casa.
Me parece perfecta la fabula. La conocia hace tiempo y comparto su moraleja. Como comentario a tus reflexiones finales me parece oportuno añadir que la colaboración de todas las herramientas es, no solo deseable, es necesaria de toda necesidad… siempre y cuando se sepa qué bonito mueble se quiere construir. Sin objetivo…, es inutil la cooperación…, salvo para ponerse «a punto» para cuando llegue el carpintero.
Gracias por tu magnifico trabajo.
3x3jf
Me gusta tu enunciado Diego, porque no nos aburres con antagonismos, diacronías, ni sincronías, me gusta porque remite a la función unificadora y complementaria de los sujetos, sin manifestaciones que inviten a la dispersión, me gusta el relato costumbrista, que está presente entre lo popular y lo culto, y, me gusta como escribes porque se entiende todo lo que dices.
Al amigo Juan Francisco le doy la bienvenida, comparto su idea de la importancia de esperar la llegada de un buen carpintero que a la vez tenga claro el mueble que tiene que realizar, por lo pronto estamos, no te quepa la menor duda, donde debemos estar, y siempre tenemos la imagen de Rosa Díez como ejemplo de carpintero ideal.
culiemos
Gracias, Carla y Juan Francisco.
EN MUY INTERESANTE, PERO ME GUSTARIA TAMBIÈN INDICAR QUE PASA CUANDO UNA DE LAS HERRAMIENTAS NO MISMO SE ADAPTA ESTO COMPLIMA LA BUENA TERMINACIÒN DE UN TRABAJO.
me dio una lección muy buena para la vida